Leyendo el reclamo que hizo Tomas Fernández en su blog, sobre el artículo publicado por la revista de OD Gourmet, sobre la aparición del chef de Le Gourmet Elías Murciano como pastelero del restaurant , se han generado todo tipo de comentarios, unos con mejor intención que otros, pero lo cierto es que ha dejado al descubierto tres aspectos que por separado no llamarían tanto la atención, pero que juntos han conformado los ingredientes de una especie de reality show.
En esta esquina está Tomás, en aparente defensa del honor y nombre de Wilmer Mantilla, quien también fue pastelero durante sus años de trabajo en Le Gourmet y la amistad que los une. Aunque para muchos no es más que la ansiada oportunidad que estaba esperando, ya que aún supura por la herida, y para nadie es un secreto su escabrosa salida de esos fogones.
En la otra esquina, el hambre desmedida de reconocimiento que ha mostrado Elías Murciano desde su llegada a Caracas, que le ha valido todo tipo de antipatías, al punto que está dispuesto a aparecer hasta de pastelero, con tal de lograr una entrevista, volándose su cargo de Chef Ejecutivo.
Por último, como si fuera la “mami” de curvas pronunciadas y piernas largas que muestra el número del round, el desatino y falta de información de los editores de OD Gourmet , quienes lamentablemente han perdido nivel y la revista es pobre y superficial en contenido, dejando al descubierto que no tienen ni idea de quién es quién en este medio. Una verdadera lástima, porque es un espacio desaprovechado, donde podría desarrollarse una labor periodística de altura.
Entonces, este reality show ha desnudado una generosa porción de las vanidades y banalidades, al punto que los comentarios en Tomasnomás denotan la identificación de muchos cocineros que reclaman sus quince minutos de fama, a la sombra de algunos de los chef para quienes trabajan.
En otro orden de ideas, ¿asistirá Tomás Fernández a la charla sobre la madre patria en el SIG?